Angéli­co. Fray
   [951]  [555] (1387-1455)

 
   
 

    

    

    Fray Angélico es el más significativo catequista que empleó la pintura como lenguaje persuasivo y emocionante. Su nombre era Juan. Comenzó su vida de dominico en el Convento de Fiésole, en donde tomó el hábito y se orde­nó sacerdote en 1423.  Se impregna del estilo expresivo del primer renacimiento italiano. Y mejora sus técnicas cuando en 1409 toda la comunidad dominica es desterrada a Foligna y Fray Angélico estudia la pintu­ra del Gioto en Asís, mezclando la mística franciscana con la narrativa dominica.
   Enviado a S. Marcos de Florencia, en el convento donado por Cosme de Médi­cis, dejó grabados sus mejores frescos.
   El mensaje religioso de las casi cien obras que de él se conservan es singular: vivo, claro, piadoso, sugestivo. Su fama adquiere resonancia y fama, tanto por su arte diverso (frescos, tablas al temple, lienzos) como por la unción y piedad que se refleja en ellas. El Papa Eugenio IV le reclama a Roma en el año 1445 para decorar una capilla vaticana. El sucesor Nicolás V le encarga la ornamentación de otra capilla, la de santos mártires Esteban y Lorenzo.


   Después de breve estancia en Fiésole, donde fue elegido prior por tres años, regresó a Roma y falleció al poco de su llegada.

   Pocos artistas han logrado instruir, educar, promover los sentimientos y el amor a Dios como este genial domini­co, de vida humilde, sencilla y caritativa y que hizo del color reclamo de fe, de las figuras narra­ción evan­gélica, del movimiento invitación a la virtud y de la creatividad de sus compo­siciones una forma sugestiva de comunicar amor, paz, fe y espe­ranza a todos los que las contemplaban.
   Cada una de sus obras que, según su biógrafo Giorgo Vasaro en 1553, estaba regada con plegarias y lágrimas de piedad y devoción, era una expresión de fe y una instrucción evangélica. Así se adivina cada vez que dibuja un misterio de Cristo y de su Madre, los dos temas preferidos de sus pinceles.

   Entre sus tablas y frescos más signifi­cativo se deben recordar "La Coronación de la Virgen", en 1434, y las Tablas de "la Anuncia­ción", tema que repitió siete veces (al menos de las que se conservan). Es tema más repetido en el artista: cada vez original en los detalles pero similar en la forma compositiva.
   El tema del nacimiento de Jesús se repite con insistencia y es difícil decir qué es más digno de admirar en sus "nacimientos": si la ingenuidad de las esce­nas, la bondad de las actitudes o la fidelidad con la que reproduce los relatos evangélicos.
   Los frescos de San Mar­cos tal vez sean su obra más personal: "Noli me tangere", "Madona con santos",  otra "Anunciación" y la "Trans­figuración". Todos ellos armo­nizan la belleza del color, el movimiento que da vida, el sentido perfecto de la perspecti­va y la sereni­dad de las esce­nas, expresión de su fe profunda.
   En los frescos sobre la "Vida de S. Lorenzo y de S. Esteban" hechos para la capilla del Nicolás V, sabe resaltar el sentido modélico de esos santos y mue­ve a quien los contempla a la imitación de sus virtudes y de sus valores. Su biográfico narra que "los ojos se le llenaban de lágrimas cada vez que pinta­ba el rostro del crucificado”.

   Fue beatificado por Juan Pablo II en 1983, como respuesta a la petición de la Orden Dominica y de muchos prelados. Un breve pontificio del 23 de Junio de 1983 le conce­dió el culto litúrgico y legitimó el titulo de Beato que se le daba desde el siglo XVI, al paso que le procla­maba Patrono de los artistas cristianos.

   Lenguaje del arte como cate­que­sis

   La admirable pintura de Fray Angélico debe ser una invitación a mirar con sim­patía e interés el arte como medio de comunicación religiosa y a usarlo con preferencia a otros lenguajes. Hay mu­chas razones para ellos:
  * Las imágenes piadosas entran por los sentidos y quedan en la memoria con más facilidad que las palabras.
  * Son fáciles de entender y de retener. No precisan muchas explicaciones, pero se prestan a comentarios que quedan fácilmente prendidos en el recuer­do.
  * Las obras modélicas de arte perma­necen como apoyos a los sentimientos, si se han recibido con familiaridad en los primeros años. Son preferibles a otras decoracio­nes fugaces y ocasionales.
  * La creatividad del lenguaje artístico suscita la curiosidad, la admiración, la emoción estética y el interés
   * El arte es el lenguaje más internacio­nal (validez geográfica) y más duradero (validez histórica). Está más allá, por supuesto, de las modas, de los intereses y de las posibles manipulaciones.

  .